domingo, 12 de agosto de 2012

Quinto Escrito

Entró con dificultad por la puerta de su casa, se tambaleaba de un lado para otro buscado apoyo en las paredes del estrecho corredor que conducía a su sala, con un gesto de desagrado en su rostro trataba de encontrar el rastro del ultimo trago tomado en la cantina del centro, pero para desgracia de el, habían pasado varias horas ya, y el amargo sabor se mezclaba con el agrio aliento del hambre, nada podía esperar ya. Despierta en un mueble lo esperaba la esposa, con los ojos llenos de lagrimas, unas de rabia, otras de dolor, alzo su cabeza y le dijo al caminante: ¿ venís de donde las putas cierto? ¡Respondé! ¿Otra vez te gastaste la plata? el caminante, subió las cejas, frunció el ceño y de un revés inundo la sala con la sangre de la mujer que prometió jamás lastimaría!